26/6/08

Pisitófilos Creditófagos (sobre pensiones)

El mal llamdo SISTEMA DE CAPITALIZACIÓN es más piramidal que el denigrado con la injusta denominación de SISTEMA DE REPARTO.
Como saben, lo que hay en materia de pensiones es la descarga del pilar I (cotizaciones obligatorias "tributarias" + gestión pública "presupuestaria") en favor de los pilares II (cotizaciones obligatorias + gestión privada) y III (cotizaciones voluntarias + gestión privada).
¿Por qué nos empeñamos en elaborar cuentas corrientes individuales con las cotizaciones/pensiones y no con los demás conceptos del gasto público?.
El que hoy haya un tributo (que se exacciona con las nóminas) afecto a la financiación de las pensiones no quiere decir nada.
Es estúpido pensar que "lo que yo cotizo es mío" ("la parte de mis tributos que van a financiar mis seguros es mía"). Si te mueres antes de llegar a la edad de jubilación, ¿acaso "tus" cotizaciones forman parte del caudal relicto?.
Los chicos del sistema financiero, encantados de la vida, gestionando los "patrimonios de cotizaciones" individualizados artificialmente.

En el momento en que permitamos que un político elabore la cuenta de nuestras cotizaciones y nuestras expectativas de pensiones, estaremos perdidos.
De hecho, los llamados "sistemas de capitalización" sólo funcionan en economías cerradas y todavía no desarrolladas porque canalizan fondos públicos a la Bolsa local.
¡Es que es una memez tan gorda que no entiendo cómo hay gente que se lo cree!. Pasa igual que cuando decían que El Pisito podía ajustar en el "corredor neoclásico"; evidentemente, El Pisito era un antimercado; la "ley de la oferta de y la demanda" no tiene nada que hacer en ninsgún montaje piramidal-generacional de tangibles sobrevalorados.
¡Es que da grima la sola idea de que me van a incorporar lo que llevo cotizado a un "cheque de pensiones" del que voy a disponer entregándoselo a un fondo privado que va a comprar acciones de Telefónica, Repsol, etc.!. ¿No se dan cuenta que eso es, precisamente, lo que es una pirámide?. ¿No se dan cuenta que, por esa vía, hemos sacado del Presupuesto General del Estado la carga de las pensiones y se la hemos enchufado a las Cuentas de Resultados de los empresones cotizados?.

¿Dónde está escrito que, por cotizar en la Bolsa, has de cargar con el pago de las pensiones de jubilación de la población?.
Si la recaudación tributaria es insuficiente, pues, se reduce el gasto y punto pelota.
La contabilización independiente de cotizaciones y pensiones es una ficción de la Contabilidad Presupuestaria. Y es una ficción "ideológica", en el sentido de que, sobre ella, se apoyan intereses privados bastardos, administrables en el caso de un Chile de hace 25 años, pero inviables hoy en día.
¿Por qué no empezamos a liberalizar suprimiendo las Cajas de Ahorros, banca pública, provinciana y política, residuo de una concepción trasnochada del capitalismo paternalista integrador vertical de clases?.
Finalmente, del mismo modo que se nos ha engañado con que nuestras pensiones eran El Pisito, ahora se nos quiere engañar con que nuestras pensiones, en vez de ser una rúbrica más del Gasto Público, es nuestra participación coactiva en determinados fondos festionados privadamente. Ya verán si hay o no pirámide cuando lo que entre en esos fondos no de para pagar a los que se salgan.

McCoy, lo que me sorprende es que, aprovechando que el Pisuerga pasa por el Valladolid de las pensiones, arremete usted contra la clase política.
Para justificar la ignominia de la reducción de los mal llamados "derechos pasivos" por la vía de la golosísima privatización de la gestión de cierto dinero que, según usted, el Estado "debe" a los trabajdores en activo que llevan tiempo soportando la retención de las cotizaciones en sus nóminas, para justificar esta salvajada, digo, arremete usted contra los políticos.
El crash inmobiliario ha dejado a los políticos sin la actividad con la que complementaban sus mierdas de sueldos públicos. Deberemos ir acostumbrándonos a polítiquerío cutre porque, evidentemente, no les vamos a subir los sueldos con la que está cayendo.
De este modo, la crisis de la clase política se hace mucho más profunda de lo que parece y a los ennanos que empiezan a crecerles (los políticos regionales con sus seperatismos, p.e.), se le intentan unir ahora los privatizapensiones. Quizá es el momento, con la Bolsa en fase principal bajista.

De aquí

24/6/08

Vendedores de muerte

El hecho es conocido: la religión, después de un periodo de contención en la vida privada, ha vuelto a la escena pública. En esta nueva edad de los espíritus santos, la fe vuelve a repartir dividendos económicos y réditos políticos y militares, además de pingües beneficios editoriales.

Aunque se trate de hechos que poseen etiologías diferenciadas, después del 11-S tenemos la impresión de que existe algún parentesco entre, por ejemplo, la constitución del lobby de teólogos de la Administración conservadora estadounidense, la competición del "diseño inteligente" con la biología científica, el conflicto de los símbolos sagrados que conmueve a la opinión e incluso la salida de los obispos españoles a las manifestaciones callejeras armados con banderas.

Gracias a este giro espectacular, además de volver a disfrutar de las gloriosas guerras de religión, tenemos otra vez (¡quién lo hubiera dicho!) teología en los periódicos; y no en L'Osservatore Romano o en el prodigioso Alfa y Omega, en donde dormitaba como una rancia antigüedad, sino en las mismísimas tribunas de opinión, disputando el sitio a la calderilla de las controversias nacionales o internacionales y adornándolas con el timbre de profundidad contemplativa de cuya carencia tanto nos lamentábamos, ese toque de seriedad que estremece el gesto del lector cada vez que se pronuncia el ominoso vocablo trascendencia; un vocablo cuyo sabor a muerte se diría calculado para convertir todo lo que le rodea en intrascendente.

En nuestro entorno, los militantes más patrióticos de la oposición transfiguran a sus líderes en iconos de la imaginería sacra y los más píos intelectuales de idéntica filiación se afanan abrillantando con aditivos dignos de la comida rápida las demostraciones medievales de la existencia de Dios en algunos medios especializados en el periodismo especulativo; cosa que no debería sorprendernos considerando que, como nos recuerda José María Ridao en su antología Por la gracia de Dios, en España la expresión "derecha liberal" ha designado frecuentemente una quimera, y el consenso letrado en torno a la separación entre la Iglesia y el Estado ha sido bastante ilusorio.

Últimamente se ha unido a la faena teológico-periodística el ilustre Peter Singer (¿El Dios del sufrimiento?, EL PAÍS del 1 de junio), mejor pertrechado de sentido del ridículo que nuestros sabios conservadores, relatándonos su polémica con Dinesh d'Souza sobre la existencia de Dios, tema que hasta ahora no habíamos incluido en la agenda de nuestros sobresaltos cotidianos. Así que, antes de que los tertulianos se vean obligados a posicionarse en torno a este problema y la disputa llegue al Parlamento, permítanme un aviso: el clásico pero imbatible argumento que presenta Singer -el sufrimiento de los justos y de los inocentes en este mundo- no prueba que Dios no exista (sólo Gustavo Bueno, hasta donde llega mi información, estaría en condiciones de acometer un programa científico de esta envergadura), sino que es un ser malo y despiadado, inferior en sensibilidad moral a muchas de sus criaturas, pues de otra manera su omnipotencia no podría tolerar ese dolor. Cierto.

Pero, en lugar de perder tiempo en refutaciones escolásticas contra los teólogos que extraen su malbaratada actualidad de estas controversias, ¿por qué no concentramos nuestros esfuerzos en las deidades accesorias que, día tras día, sirven en el mundo para justificar, no solamente el sufrimiento de los animales que tanto preocupa al profesor Singer, sino también el de millones de seres humanos cuya aspiración a la dignidad y a la felicidad es sacrificada en nombre de las más variadas causas, que, incluso aunque no lleven el nombre de Dios grabado en su frente, operan como iglesias triunfantes aplicadas a calmar la sed de trascendencia de los mortales?

El motivo último del rendimiento social de la religión reside en que ella es -junto con la patria, de la que resulta a menudo indisociable- la principal productora de una de las más tiránicas divinidades despiadadas de estos días, la identidad, elemento dominante de la nueva forma de pobreza material y moral que se extiende por nuestras sociedades sustituyendo el Estado de derecho por esos estados de emergencia que a veces amenazan con imponerse en Europa, y que aprovecha el vacío de proyecto político para ocupar el espacio público con conflictos privados, pasionales e irresolubles, que hacen aparecer a la democracia como un régimen superado y prescindible.

Quienes luchamos por una polis verdaderamente aconfesional hemos de defender hoy enérgicamente el derecho de los no creyentes, es decir, el derecho a no creer, pero no solamente en el Dios de Dinesh d'Souza, sino en ninguno de los dioses del sufrimiento, por muy aparentemente laicos que sean sus atuendos. No creo que nos resulte difícil detectar a nuestro alrededor la presencia de estos demonios de la trascendencia. Otro día les hago una lista.

De aquí

19/6/08

La libertad contra los otros

Cuando la Iglesia era libre, y no una Iglesia perseguida como la de hoy, según el fino análisis de monseñor Cañizares, de las paredes de las aulas de colegios y universidades, y de los organismos oficiales, colgaba la representación macabra de un Gólgota, con su Cristo crucificado y los dos ladrones en sus flancos: Franco y Primo de Rivera, el precursor de la FAES (Falange Española).

La Iglesia era muy libre, libre para toda clase de desmanes, como ser delatora y cómplice en los juicios sumarísimos, una pantomima procesal donde se enviaba al patíbulo a los impíos (amalgama que englobaba a la oposición al régimen y a los vagos y maleantes entre los que se incluía a los homosexuales).

Era libre para denegar certificados de buena conducta, para inmiscuirse en nuestra vida sexual, para divorciarnos en el Tribunal de la Rota, previo pago de sumas de dinero fabulosas, para suplantar al Estado en los contratos de matrimonio, para monopolizar buena parte de la enseñanza. En aquellos años maravillosos en que la Iglesia era libre, un capellán castrense me metió dos días de arresto por no saludarle marcialmente.

Como ahora está perseguida, la gente descreída sustituye el belén por el ateo árbol de Navidad, y tan sólo los presidentes meapilas de los equipos de fútbol ofrendan a la Virgen sus éxitos deportivos, con lo forofa que es de este deporte la madre de dios.

Como residuo contaminante sin tratar, todavía permanecen ciertos tics, como las celebraciones de los santos patrones sectoriales. Por ejemplo, el 24 de junio se celebra en Madrid (no sé si ocurre lo mismo en el resto de España) el día de san Juan, el santo patrón de la policía municipal. Con tal motivo, la muy cristiana corporación madrileña ha ordenado a 150 de sus agentes que acudan a misa -en justa reciprocidad con el cura castrense de mi juventud que soñaba con ser coronel-, sean creyentes o del Atlético de Madrid (creo que en ambos casos se necesita mucha fe).

La Iglesia perseguida todavía cuenta así con un equipo de defensores armados, dispuestos a librarla de sus perseguidores a hostias, si es menester. Para entrenarse en tan ardua tarea, los policías buenos, como los de Madrid, reciben hostias en misa el día del santo patrón, como método para curtir su espíritu; y los malos, como los de Coslada, las dan, pero en los prostíbulos. Desde luego, no hay color.

De aquí