10/5/08

El perrazo muerto

El cascabel se llama laicismo y el gato se llama Estado español. Entre el cascabel y el gato se interpone un escarmentado perrazo llamado Iglesia Católica que sabemos cuánto ladra, pero no cuánto muerde. El nuevo Gobierno ha amanecido cascabelero y se compromete a reformar la Ley de Libertad Religiosa, aunque no dice cuándo, cómo ni cuánto. Sobre todo no dice cuánto. En la Conferencia Episcopal deben estar temblando de puro miedo. Mira cómo tiemblo, amadísimo Gobierno. La vicepresidenta De la Vega compareció ayer ante la prensa no para mostrar la campanilla laica propiamente dicha, sino para anunciar que el Gobierno tiene preparado un lindo cascabelete para colgar del cuello del Estado, pero sin ofender ni ir “contra nadie”.
El problema, como viene sucediendo de un par de siglos a esta parte, no está en los ofensores, sino en los ofendidos, en esa apretada falange de humillados imaginarios dispuestos a armar la de Dios es Cristo si a algún Gobierno legítimo se le ocurre, pongamos por caso, cumplir la ley con treinta años de retraso y hacer efectivo el laicismo implícito de todo Estado constitucional. Pero la dirección de la Iglesia es experta en ofenderse sin que medie ofensa alguna y, a su vez, el Gobierno teme el gran talento eclesiástico para incendiar los corazones de sus indiferentes parroquianos, la mayoría de los cuales, por cierto, han dejado de ser católicos pero todavía no lo saben. Como no lo quiere saber la Iglesia ni se atreve a saberlo el Gobierno.

De aquí

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