27/4/08

El síndrome de Diógenes

La persona que sufre de este desorden se caracteriza por su aislamiento social, llegando a recluirse en el propio hogar. También suelen acumular grandes cantidades de objetos sin ninguna utilidad en sus casas, por creer que pueden darles una utilidad en un futuro.
Emocionalmente están ligados a todas y cada una de sus posesiones y son incapaces de distinguir lo que es de valor de la pura basura.
Leyendo las distintas declaraciones que ha hecho Julio Anguita en su tour mediático, he encontrado ciertas similitudes y situaciones asociadas con este síndrome.
Ni los años, ni los cambios sociales, ni tan siquiera los resultados que acompaña a la coalición y tampoco las experiencias que se advierten en otros países, han hecho replantear nuevas estrategias ni modernizar el discurso del que fuera fundador de Izquierda Unida. Eso es lo menos marxista que “se despacha”.
No someter la realidad a un continuo análisis y adaptar la estrategia y la “praxis” a las necesidades reales y a la situación mutante es sencillamente una acción contrarrevolucionaria, expresado en terminología marxista, de la que tanto presume Anguita. Nada más lejos de la filosofía de Don Carlos, que el dogmatismo en el que vive anclado el Julio Anguita de ahora, que sigue siendo el mismo califa rojo de antes.
El camino del PCE es parecido, en términos de inamovilidad en las ideas y de dogmatismo ideológico al que hundieron al PCF y al PCP. Anguita se retiró a tiempo para que su vida política no acabase como la de Marchais o Cunhal. Pero de esos barros vienen esos lodos y el Partido Comunista no ha evolucionado. Ha funcionado como tapón de Izquierda Unida, ha impedido que la coalición respire por si sola y los Frutos, Romeros, Alcaraz o el propio Anguita, han impedido que el proyecto funcione con autonomía propia. Es por ello que el goteo permanente de dirigentes antes que acabar, seguirá. Y esta vez amenaza con que ya sea irreversible.
Del PCE se fueron feministas como Cristina Almeida, profesores universitarios como Javier Pérez Royo, Diego López Garrido o Amparo Rubiales, históricos militantes como Nicolás Sartorius o Zaldívar, ex alcaldes como Herminio Trigo, europarlamentarios como Fernando Pérez Royo o dirigentes sindicales como Antonio Gutierrez (y hasta Luis Carlos Rejón por otras razones) y así hasta nunca acabar. Antes ya lo hizo Carrillo y su gente, y mucho antes Semprún, Comín, Claudín…
En el apoyo del mundo de la cultura a Zapatero, ya presenciamos destacadas caras de antiguos e irreductibles peceros de antaño. Y detrás de ellos vendrán más. Es la reacción normal cuando llega la asfixia política y la intelectual. Terminarán yéndose Rosa Aguilar y Concha Caballero y no me cabe la menor duda que también Gaspar Llamazares. Acabarán algunos en su casa, cansados de luchar contra los "molinos de vientos" irreductibles de una formación sectaria y monolítica y otros incorporándose a la izquierda posible. Ingresarán para sumar proyecto e ideas. Ni una ni otra deberán ser opciones para desacreditarlos o insultarlos como hoy ha hecho el puro, el único, el guardián de las esencias,Julio Anguita que ha calificado a López Garrido como el "gran traidor".
No debería usar ese calificativo Anguita. Todavía resuenan los ecos de la pinza, de los almuerzos de Anguita con Aznar y el mantenimiento de posiciones de extrema dureza parlamentaria, donde a veces no se sabía si la oposición derechista a los socialistas era la cordobés o la de Aznar. No se olvida el intento de un gobierno de catarsis o pacto a la griega que postulaba el líder de IU para desbancar a González. No se ha olvidado en Andalucía la pinza de Rejón y Arenas, ordenada por el ex alcalde de Córdoba. Acuerdo contra natura que perjudicó, por un lado a los andaluces por el parón institucional que generaron y por otro a los autores de tan rara coalición en las siguientes elecciones. Por cierto, Valderas al igual que Anguita, no parecen aprender de la historia, y eso que en este caso es reciente.
Anguita ha entrado en el debate, al menos en el mediático, con declaraciones que más parecen pretender que huyan los moderados y los renovadores ypara que se queden los sectarios y el núcleo duro del PCE. Creo que ha llegado a la conclusión de que al proyecto de IU le quedan "dos Telediarios y un Informe Semanal". Llegado a ese punto, Anguita prefiere que él y los suyos de siempre, se quedan con los restos del naufragio y desde ahí intentar, siendo muchos menos en el cortijo, repartirse la hacienda y el patrimonio electoral en un futuro. Creo que se equivoca tremendamente. Con discursos como ese, lo único que repartirán será su propia miseria. Pensará él y su reducida cohorte preperestroikal que en "el país de los ciegos el tuerto es el rey" y que "más vale ser cabeza de ratón que cola de léon".
Comenzaba señalando que el afectado por el síndrome de Diógenes se caracteriza por su aislamiento social. También suelen acumular grandes cantidades de objetos sin ninguna utilidad en sus casas, por creer que pueden darles una utilidad en un futuro. Emocionalmente están ligados a todas y cada una de sus posesiones y son incapaces de distinguir lo que es de valor de la pura basura.
Pues ya está todo dicho.
* Los afectados por este síndrome no son conscientes de que lo sufren. Siempre, alguien desde el exterior es quien lo advierte e intenta solucionarlo.

De aquí

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