1/1/08

El dinero de los tontos

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Cataluña da pasos hacia la privatización de la Atención Primaria votando a la búlgara peperos españolistas, nacionalistas traidores y nacionalistas puros, comunistas y el siempre afable y conciliador partido socialista. Madrid, cuyo consejero de Sanidad dijo tiempo ha que había que “seguir la senda catalana”, adelanta a la región periférica con los hospitales de Esperanza Aguirre. Se trata de una promesa imposible de cumplir, la construcción de ocho hospitales en tres años, parecida a la de la reducción de listas de espera del periodo anterior ya tratada en esta página. La presidenta promete nuevos hospitales sin especificar con qué fondos extraordinarios los construirá en el plazo de tiempo que se marca. Para ello, tiene una herramienta maravillosa, el truco de los trucos, algo rollo Sarkozy. Es la construcción de estos a manos privadas y una especie de gestión mixta. El resultado final, vaya por Dios, es que diez meses después de la fecha prevista para la entrada en funcionamiento de los nuevos centros, no hay ninguno terminado. La Comunidad no ha podido equipar y poner en marcha los hospitales. No tiene dinero. La culpa, ahora, es del Estado central ¿les suena? No, no les suena, todavía no han pedido la autodeterminación. El dinero, ni lo tiene ni lo tendrá, dice ahora el consejero de Sanidad, hasta la segunda mitad de 2008. No obstante, a las empresas privadas que han edificado las instalaciones hay que pagarles un canon. Durante treinta años. Éste, el primero, cercano a quince millones de euros por hospital, que son siete (el de Valdemoro no es mixto, sino una concesión enteramente privada), por unos servicios que no se prestan, ya está abonado. El ciudadano da por nada. David Gistau, desde su columna en El Mundo, se refiere a esta Comunidad como el éxito del modelo de una España sin Zapatero. En este aspecto, nos encontramos frente al modelo sanitario español del siglo XXI: derroche inútil de fondos públicos acorde a campañas publicitarias electorales de ciencia ficción para implantar un sistema ya fracasado en Reino Unido –reconocido por sus  propios promotores. La consecuencia será, casualmente, el auge de la sanidad privada, en la que las clases medias ven menguar la calidad-precio de la asistencia, ya que pruebas diagnósticas y servicio –el producto que se vende- no sólo es inversamente proporcional a la rentabilidad que obtiene la empresa cuyo fin es lucrarse, sino que es un bien por el que se paga cuya calidad elige el vendedor en un contexto en el que si el comprador estuviera capacitado para determinarla, sería médico -siete años de carrera y no sé cuántos de Mir. Futuro, bendito futuro. El derecho a la Salud, según la cuenta corriente. Es decir, el derecho a que ondee la bandera de España en el ayuntamiento, bajo un impuesto extraordinario. Es un ejemplo puntual… una sugerencia, sin más, visto lo visto ¡pero crearía más ampollas!

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De aquí.

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